domingo, 16 de febrero de 2020

Resumen: Los límites del perdón. Los girasoles

En primer lugar, el autor, Simón Wiesenthal nos cuenta de primera mano la historia de  dolor y miseria que sufrió en primera persona. Actos como llevar a los prisioneros, que no valían para trabajar debido a su malnutrición o a alguna enfermada a las "tuberías" para fusilarlos los miembros de la SS, llevar perros adiestrados para matar y torturar a los judías que vivían en le campo de concentración ó poder llevarse a la boca solo un trozo de pan al día eran algunas de las barbaries que ha aspado el autor. 
Simón (arquitecto) hizo dos amigos muy importantes para él, Arthur, abogado y escritor y Josek, un judío que vivía intensamente su fe en una época donde nadie creía en la religión. Los tres estaban en el campo de concentración por el simple hecho de ser judíos puesto que Hitler odiaba  los judíos ya que los responsabilizaron y culpabilizaron de la derrota alemana en la I Guerra Mundial y la crisis económicas que vino poco después. 
Más tarde, cambiaron a Simón de su puesto de trabajo y lo llevaron al antiguo edificio donde se albergaba el Instituto Tecnológico (donde él estudió) para retirar bidones de basura del improvisado hospital miliar. Hay que destacar que en su camino al edificio, le llamó especialmente la atención los girasoles que estaban plantados en las tumbas del cementerio militar, de ahí viene parte del título de la obra. A continuación, hablaremos del centro de la cuestión. Cuando Simón estaba trabajando en el hospital, una enfermera lo condujo a una habitación donde había un miembro de la SS gravemente herido y en un estado bastante desagradable. El enfermo se llamaba Karl y era un militar hitleiriano  que se arrepentía de haber cometido todas las atrocidades que hizo como miembro de la SS. Un suceso trágico y duro que verbalizó Karl fue cuando metieron a todos los judíos de una ciudad en un edifico con bidones de gasolina dentro, que poco después los prendieron, quemándose todas las personas que había dentro, mientras que los soldados estaban con las pistolas cargadas y la orden de matar a todo aquel que intentara huir de la casa. Una vez escuchada su reflexión, Simón se levantó sin mediar palabras y se fue. Esta decisión se la contó a sus amigos, los cuales le animaron para que no pensara más en lo sucedido. Al día siguiente le tocó volver ir al hospital, donde la enfermera le entregó unas pertenencias de Karl, pero él no acepetó. 
A los siguientes años, él fue el único superviviente de sus amigos y lo enviaron al campo de Mauthausen debido al avance de los aliados. Allí conoció a otro prisionero (que quería estudiar teología) al que le contó este tormento. Este le contestó que le debía haber perdonado y que su tormento le estaba merecido por no haber complacido a un pobre moribundo en el lecho de su muerte. 
Cuando la barbarie nazi terminó, y los prisioneros fueron liberados, Simón decidió unirse a una Comisión que investigaba los crímenes del nazismo. Como su tormento no le abandonada fue a buscar a la madre de Karl, con la que estuvo charlando sobre su hijo. Prefirió no contarle nada del suceso que verdaderamente le llevó hasta allí y dejar a la madre con la idea de que su hijo estaba lleno de bondad. Al finalizar la historia, el autor nos transmite su tormento haciéndonos la siguiente pregunta:
¿Qué habría hecho yo en su lugar? (OPINIÓN)
En primer lugar, quiero decir que tengo que ser honrado con mis valores, principios e ideales por lo que atendiendo a ellos, yo no lo perdonaría. En segundo lugar, el  hecho de que una persona esté padeciendo una enfermedad o se esté muriendo no es un argumento válido para perdonarlo ya que si a él no le hubiera pasado nada, probablemente, no se habría arrepentido, por lo cual el hecho de su muerte es una mera excusa para que nuestro lado más humano (lado que los nazis no tienen, es una evidencia que se ha demostrado) se apiade de él y lo perdonamos. Tampoco me parece justo que una persona utilice la muerte o una enfermedad para dar pena y que así sea perdonado, ya que el perdón se basa en los actos que realices.
Por último, tratando de la magnitud de las atrocidades que han realizado los nazis, no se merecen el perdón, por mucho que se arrepientan ya que ellos eran plenamente consiente de que lo que estaban haciendo no era humano y en  muchas ocasiones se divertían con ello, humillando aún más a los prisioneros.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con tu opinión, ya que también pienso que Karl solo solicita su perdón para descansar en paz y con su conciencia libre de todos los malos actos que había cometido. Seguramente, si no estuviese en su lecho de muerte y tuviese la oportunidad de continuar su vida, él consideraría innecesario cualquier sentimiento de compasión hacia los judíos.

Además coincido en la idea de que la intención de Karl de mostrar pena por su estado, no es una causa justificada para poder perdonarlo sin tener en cuenta los daños que él y muchos otros nazis habían causado a miles de personas inocentes.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con gran parte de lo que has comentado. Si no le hubiera pasado nada a este individuo, este tendría una idea totalmente diferente que la mostrada en el libro. Tal vez no fue consciente de sus actos debido a su ideología o que solamente no quería ser reprimido por el régimen nazi, quizás se alistó a las SS voluntariamente porque era consciente de la magnitud de las atrocidades que esta iba a cometer. De todos modos, esto no es excusa para perdonarle, un simple perdón no volvería a la vida a las cientos de personas que ha asesinado. y sinceramente concederle ese privilegio de morir en paz concediéndole el perdón sería una barbarie.

Anónimo dijo...

A pesar de que tampoco perdonaría al nazi, nuestras posturas son completamente distintas.
No creo que la enfermedad y la muerte del soldado sean factores con un gran peso moral, ya que el judío no le da ninguna importancia. Si se hubiera dejado llevar por estos factores el resultado habría sido completamente distinto, habría decidido perdonar para complacer al enfermo. Sin embargo se mantuvo firme en su postura y se marchó en silencio.
Por último, a pesar de que el soldado era consciente de sus actos sí creo en su arrepentimiento. Ser consciente de lo que haces no te exime de cambiar de opinión en un futuro y que tus actos pasados te parezcan atroces.

Anónimo dijo...

Yo no comparto la misma opinión que el compañero al no perdonarlo. Yo si perdonaría al soldado debido a que se puede notar como verdaderamente se arrepiente de sus actos y, como poco a poco en la historia, se estaba dando cuenta de los males que estaba causando.