Resumen
Durante
los años del régimen nazi, Simón Wiesenthal, es obligado a trabajar en los
campos de concentración al igual que muchos otros judíos. Allí sufren
condiciones extremas de hambre, sueño, cansancio y miedo. A cada segundo se
acercan más a la hora de su muerte: una muerte inminente que les espera a la
vuelta de la esquina.
Tras
dejar su colaboración en los Ferrocarriles del Este, lo trasladan a trabajar en
un hospital de Lemberg. A lo largo del camino, piensa en los girasoles que los
soldados de la SS tienen sobre sus tumbas, manteniendo así un contacto con el
exterior, algo que él, nunca llegará a tener.
En
el primer día de trabajo en el hospital, es conducido a la habitación de un
soldado de la SS: a una cámara de la muerte. Karl, el soldado, antes de
perecer, debía confesar por voluntad propia su mayor arrepentimiento: la
historia de su vida, de las barbaridades ejecutadas a los subhumanos a manos de los superhombres.
Karl relató su infancia y juventud, la evolución de la relación con sus padres
y cómo la SS había cambiado su vida por completo. Desde su lecho de muerte,
confesó sus crímenes como soldado desde el más profundo arrepentimiento. En el
más atroz de ellos, quema vivos en el interior de un edificio a cientos o miles
de judíos. Las familias, desesperadas, se arrojan desde las ventanas con sus
hijos en los brazos, pero él no hace nada para evitar la trágica escena. Al
finalizar el relato, pide el perdón de Simón, el perdón de la comunidad judía,
pero ¿está él en condiciones de otorgárselo? De un modo u otro sale de la
habitación afectado y sin articular palabra, aunque esa pregunta lo perseguiría
por mucho tiempo.
Esa
misma noche, comenta el encuentro con Arthur y otros compañeros del campo de concentración
y todos lo apoyan por no haberle concedido su último deseo al moribundo, al fin
y al cabo, ellos tampoco tendrían su girasol. Al día siguiente le llega la
noticia de la murete del soldado. ¿Habría actuado de forma correcta?
Los
años pasan y cada vez se va reduciendo más el número de judíos. Los únicos
amigos de Simón mueren y él es trasladado a Mauthausen, el final de todo
aquello estaba llegando. Allí conoce a Bolek, un sacerdote polaco con el que
comparte su anécdota. En este caso, él opina que debería haberlo perdonado, ya
que su arrepentimiento era verdadero.
La
guerra finaliza y costosamente simón intenta recuperar su vida. No obstante, sigue
con la incertidumbre de si actuó correctamente aquel día en el hospital. Por lo
que va en busca de la madre de Karl, con la intención de desvelar la auténtica
verdad sobre su hijo. No obstante, decide no cambiar el recuerdo que poseía de
él, el de una buena persona. Simón sale de la casa guardando silencio, el mismo
que guardón el hospital y que le piden que guarde en su día a día, el mismo
silencio que guardaron millones de personas mientras se cometían los mayores
crímenes del mundo.
Opinión de Abraham Joshua Heschel
Abraham
Joshua Heschel utiliza una metáfora para explicar su punto de vista sobre el
perdón del soldado nazi. En ella Compara a Karl con un viajero y a Simón con un
rabino, ambos viajando en el mismo tren. El viajero ofende al rabino, pero tan
solo le pide perdón al comprender su clase social y transcendencia en el mundo,
es decir, en una última situación, una situación desesperada. Sin embargo, el
rabino no puede perdonar los actos cometidos ante aquella otra persona, la que
fue ofendida al viajar en el tren, al igual que Simón no puede perdonar por los
seis millones de crímenes cometidos, ya que no fueron contra él, por muy
desesperada que se encuentre la otra persona.
Mi opinión sobre Abraham Joshua Heschel
Abraham
Joshua Heschel defiende la postura de Arthur, Josek y los amigos del campo de
concentración de Simón. Él afirma que el soldado no merece el perdón de todos
los judíos otorgado tan sólo por Simón, defiende que él no puede perdonar
crímenes en nombre de los que los padecieron.
Creo
que esta opinión tiene diferentes puntos de vista y que de un modo u otro
debería presentar excepciones. Si el crimen es el asesinato, la persona que lo
padece nunca puede otorgar su perdón, puesto que no presenta la habilidad de
comunicarse para concederlo. ¿Significa esto que un asesinato, a mayor o menor
escala no puede ser perdonado?
Pongamos
de ejemplo un atropello involuntario, en el que, aunque la responsabilidad sea
del conductor del vehículo, éste no tuviera intención de realizarlo. Si
seguimos la teoría de Abraham Joshua Heschel, este tipo de actos tampoco serían
perdonables. ¿No merece el perdón un despiste de unos segundos, aunque le haya
costado la vida a otra persona? Habrían sido solo unos instantes para estar
marcado y castigado de por vida.
Por
lo tanto, a mi modo de ver, un crimen puede ser perdonado por otra persona que
no lo haya padecido siempre que se sepa poner en la piel de la que sí, valorar
la circunstancia correctamente y siempre que el arrepentimiento de la otra
parte sea verdadero.
Opinión personal
El
relato de Simón Wiesenthal está plagado de cuestiones morales sobre la justicia
y el perdón. Las acciones cometidas en los campos de concentración por los
oficiales de la SS fueron injustas para millones de judíos, pero ¿pueden ser
perdonadas? ¿Puede uno de ellos perdonar por aquellos que ya no están?
Desde
mi punto de vista toda acción puede ser perdonada si existe un verdadero
arrepentimiento, aunque esto no indica que no deban realizarse otro tipo de
labores para contrarrestar algunos de los efectos producidos, en caso de ser
posible. Aquí se incluirían obras sociales, indemnizaciones a las víctimas o
cualquier otro tipo de ayuda o apoyo, que deberá ejecutar la persona juzgada.
También
es cierto que en algunas circunstancias es muy difícil o imposible perdonar
inmediatamente, ya que en la mayoría de las ocasiones es necesario un
determinado periodo de tiempo y fuerza de voluntad para realizar esta difícil
acción.
Poniéndonos
en el lado de las víctimas, en este caso los judíos, comprendo que no estén
dispuestos a perdonar debido a que se les ha arrebatado algo que nunca
recuperarán, desde objetos materiales, a años de sus vidas, familiares o
incluso sus propias vidas, por no hablar de las consecuencias psicológicas.
Pero, desde el lado de Karl, comprendo que esa idea haya sido inculcada poco a
poco en su subconsciente y eso lo haya llevado a realizar ese tipo de acciones,
de las que posteriormente, al notar su gravedad y sin miedo a los prejuicios
debido al poco tiempo de vida restante, se haya arrepentido. Por todo ello,
creo que el soldado sí que merece el perdón de los judíos, sí lo perdonaría.
3 comentarios:
María, no estoy de acuerdo contigo. Pues aunque el soldado esté verdaderamente arrepentido, creo que todos debemos ser responsables y consecuentes de nuestras acciones, y fue él quien decidió entrar en la asociación de Juventudes Hitlerianas voluntariamente y cometer las atrocidades que realizó.
Además, en mi opinión Simon puede perdonar los hechos que a él le repercutan, no las vejaciones cometidas a una comunidad entera judía.
Comprendo tu posición. Es cierto que depende del caso que se presente, resulta distinto el perdón que se otorga, y que existen casos en los que esos asesinatos han sido causa de un despiste o sin quererlo. Pero en este caso, no sé trata de algo que Karl haya cometido una única vez o sin pretenderlo. El soldado era en todo momento consciente de lo que hacía y de todas las vidas que arruinaba. Aunque finalmente mostrase un gran arrepentimiento, todas las personas que fallecieron por su culpa no pueden volver a la vida. Además, si Simón no padeció los horrores que expandió el soldado entre un gran número de judíos, podría ponerse en su piel y comprender su situación, y podría así perdonarlo, pero no serviría de nada para Karl, ya que si supuestamente está tan arrepentido, el perdón que le valdría a él sería de una persona a la que haya hecho realmente daño.
En este caso estoy totalmente en desacuerdo con mi compañera, debido a que no deberíamos perdonar a alguien que ha cometido tantos daños a millones de familias, por mucho que se arrepienta o no haya querido hacerlo. Sin embargo fue el mismo el que se apunto sin que nadie le obligara a hacerlo. Y por mucho apoyo que el mismo pueda dar a las familias o ayuda jamás podrá arreglar nada.
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