viernes, 7 de marzo de 2025

LOS LÍMITES DEL PERDÓN-TAMARA DE LA VEGA

 RESUMEN LOS LÍMITES DEL PERDÓN:

Nos cuenta la historia de Simón Wiesenthal, un judió prisionero en un campo de concentración nazi en Lemberg donde eran fuertemente torturados los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Allí, tenía dos grandes compañeros Arthur y Josek, juntos normalmente trabajaban en los ferrocarriles del Este. 

Un día, hubo una redistribución de trabajos, donde eligieron a él y a otros prisioneros a ir a otro lugar vigilados por guardias askaris (rusos). Durante el camino, pasaron por un cementerio, en donde cada tumba tenía un girasol, Simón se quedó perplejo y se le quedó grabado en la memoria. Más tarde, llegaron al Instituto Tecnológico, el cuál recordaba muy bien por haber estado de pequeño, pero ahora era un hospital militar, donde se les asignó un trabajo. 

De repente, una enfermera le pidió que fuera con ella a una habitación donde se hallaba un soldado nazi de 21 años herido en sus últimos momentos de vida. El soldado, se llamaba Karl y quería hablar con él sobre un hecho que le atormentaba. Comenzó a hablarle sobre su infancia, como llegó a ser soldado y lo que tuvo que vivir al trasladarlo a una unidad de asalto. Le contó que un día les ordenaron llevar cerca de 200 judíos dentro de una casa llena de bombonas de gasolina y que les tuvieron que lanzar bombas dentro de la casa, que rapidamente fueron matando a familias. Karl se arrepintió al instante, pero tenía que seguir adelante seguir con la guerra. Sin embargo, mientras estaba en una batalla no se le iba de la cabeza los judíos muertos, quedando paralizado y atacado por una granada. Después de esto, despertó en el hospital y desde entonces sigue arrepentido, por lo que necesita el perdón de un judío para poder morir en paz. Simón no sabía qué hacer y decidió salir de la habitación sin responderle para volver a su trabajo. 

Más tarde, volvió al campo de concentración y decidió contarle a sus amigos lo ocurrido. Arthur y Josek opinaban que había hecho bien al no perdonarle. A la mañana siguiente, tuvo que volver al hospital e intentó esconderse de la enfermera. Por el contrario, ella le habló que Karl había muerto y que se quedará con algunas de sus pertenencias, Simón las rechazó. Posteriormente, al volver de trabajar habló con sus compañeros, los cuales apoyaron la decisión que tomó. A la mañana siguiente, no tuvo que ir al hospital ya que volvería a trabajar en los ferrocarriles. 

Transcurrieron dos años, desgraciadamente Arthur y Josek murieron y a él lo trasladaron a otro bloque. Una noche tuvo un sueño sobre lo que le pasó dos años atrás y optó por hablar con un compañero, Bolek. Este era un teólogo polaco y le confesó que aunque no perdonará a Karl, le escuchó y pudo morir en paz. Aún así, según Bolek el arrepentimiento es parte del perdón, por lo que perfectamente le podría haber perdonado.

Un tiempo después, obtuvo la libertad, consiguió trabajar investigando crímenes nazis y se fue de viaje con su familia, en donde se encontró con varios girasoles, recordando todo por lo que había tenido que pasar años atrás. Por ello, fue a visitar a la madre de Karl para descubrir si Karl era realmente un buen hombre, ella le contó que era un hombre de buena fe y que lo recuerda constantemente. Finalmente, tras marcharse, Simón se dio cuenta que tenía que pasar página, guardando en secreto todo lo que le había pasado. 

OPINIÓN Y ARGUMENTACIÓN DEL AUTOR: Tzvetan Todorov

Tzvetan nos quiere expresar su opinión ante dos temas del libro, el primero de ellos habla sobre lo que debería de haber hecho Simón. En este caso, nos expresa que hizo muy bien al no responderle ya que él no ha sido el que estuvo en aquella situación y sufrió el daño; por tanto no tiene ningún derecho a perdonar el asesinato de las personas implicadas. Y según él, el perdón no es esencial en nuestras vidas, si lo es la justicia y la moral. El segundo tema, nos habla de lo que él  hubiera hecho en caso de que estuviera en la situación de Simón. En esta situación, nos declara que él no hubiera perdonado a Karl, sin embargo, tiene un gran valor su arrepentimiento ya que la mayoría de personas que cometen crímenes no suelen culparse de ello. Finalmente, nos manifiesta que estamos cuestionando un suceso que ocurrió hace mucho tiempo atrás y en el que ninguno de nosotros estuvimos presente, por lo que aunque no conozcamos todo lo que pasó es necesario no olvidar las numerosas familias que murieron por culpa de la guerra.  

OPINIÓN PERSONAL ANTE EL DILEMA MORAL:

Desde mi punto de vista, apoyo totalmente la opinión que tiene Todorov sobre Simón al no haber perdonado a Karl, él no puede perdonarle ya que no es la persona que ha sido afectada. Karl no puede excusarse con su arrepentimiento de lo que hizo, esto se debe a que cuando se encontraba en aquella situación era consciente de lo que estaba ocurriendo y por tanto podría haber ido a ayudar a las personas que estaban dentro y no haberle tirado granadas. Además, tampoco lo perdonaría por el simple hecho de que no tenían ningún derecho a tratar inferiormente a personas de la casa por el simple hecho de ser judíos. Para concluir, a pesar de que no perdonaría a Karl, valoró enormemente su arrepentimiento ya que las personas que cometen los crímenes no suelen culparse de ello. Pero en este caso Karl sí lo hizo y pienso que pudo morir en paz al culparse constantemente de haber hecho lo que hizo ese día y haberle confesado su crimen a otro judío.


4 comentarios:

Daniela Esperanza De La Rosa Ruiz dijo...

Buenas tardes, Tamara. Concuerdo en cierto modo con lo que has mencionado. Karl debería haber evitado la muerte de esos judíos si él realmente no quería matarlos. Sin embargo, creo que no hubiera entrado a ayudarlos, pues, no creo que tuviera el valor de poner en riesgo su propia vida. A lo que me refiero es que, si llega a entrar y ayuda a los judíos a salir de aquella casa, sus compañeros habrían visto que estaba ayudando al bando contrario. Entonces, lo hubieran delatado a sus superiores; lo que acabaría en su muerte.

Quién sabe, si hubiera ideado un plan en aquel momento todos podrían haberse salvado, pero no lo hizo. Lo que sí está claro es que, aunque reconocer su error es bastante valiente por su parte, el arrepentimiento no le servirá para cambiar una realidad que él ha provocado. El perdón puede llegar a darse hasta cierto punto, y este acto lo traspasa.

María Pérez dijo...

Tamara, estoy muy de acuerdo contigo sobre la idea de que no debemos perdonar las acciones de Karl aunque éste exprese su profundo arrepentimiento por su comportamiento, ya que esas acciones podrían haber sido prevenidas y remediadas correctamente. Al igual que también pienso que su arrepentimiento, aunque no válido para el perdón del soldado, debería ser considerado y valorado.

Es reconfortante ver como una persona que ha realizado cientos de crímenes de guerra se arrepiente de ellos y, de alguna forma, busca remediarlos. En el caso de Karl, como tu bien expresas, creo que deberíamos apreciar su arrepentimiento pero no perdonar sus acciones pasadas.

Sara Álvarez Berzel dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Tamara, ya que yo también opino que Karl no debería ser perdonado por los crimenes que cometió ya que las vidas de muchas de personas fueron arrebatadas por su culpa.
Aunque también es cierto que, como has dicho, no todas las personas que cometen crimenes se arrepentirían y pedirían perdón, por lo cual yo también creo que es algo que se debería valorar y tener en cuenta, ya que al menos está arrepentido de lo que hizo.

Mercedes. dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo. Wiesenthal no podía perdonar a Karl porque no era la víctima directa, y nadie tiene derecho a perdonar en nombre de los fallecidos. Como mencionas, Karl tomó decisiones conscientes en el momento de los crímenes, y aunque luego se sintiera culpable, eso no cambia lo que hizo. Su arrepentimiento solo llegó cuando ya no tenía otra opción, lo que hace que su petición de perdón sea más un intento de aliviar su conciencia que un verdadero acto de reparación.

También coincido en que reconocer su culpa es algo poco común entre los criminales de guerra, pero eso no significa que mereciera ser perdonado. El daño que causó era irreparable, y el perdón no puede darse sin justicia. Wiesenthal hizó bien en guardar silencio, porque más importante que conceder el perdón es recordar lo que ocurrió para que nunca se repita.