Los límites del perdón.
Resumen
Este capítulo narra la historia de Simon Wiesenthal, un hombre judío que se encontraba en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, y al que le es presentado una cuestión sobre el perdón que le hará reflexionar a lo largo de esta historia.
Tras ser asignado a un trabajo en las afueras del campo, una enfermera reclama la presencia de Simon. Este es llevado a una habitación con un soldado alemán en su lecho de muerte el que narra su historia y cómo es que ha llegado aquí. En esa historia el soldado, Karl, relata los horrores que hizo sufrir a cientos de judíos y muestra su vulnerabilidad y arrepentimiento por aquellos hechos con el propósito de poder ser perdonado y poder morir en paz.
Simón no le da su perdón y se marcha de allí. Tal acción le hace replantear si hizo bien, por lo que comparte la situación con sus compañeros que opinan diciendo que lo que hizo es lo correcto ya que Simon no tenía el derecho de perdonar en nombre de otras personas.
La respuesta a esta cuestión atormenta a Wiesenthal incluso tras la muerte del soldado. Es por ello que tras la guerra decide visitar a la madre de Karl, quien corrobora la generosidad que el soldado aclamaba tener antes de la guerra. Tras ello Simon se marcha sin revelar los crímenes cometidos por su hijo y cuestionandose aún si hizo lo correcto.
Finalmente y tras haber narrado este trágico episodio de su vida el autor nos hace la pregunta: ¿Qué habrías hecho tú en su lugar? ¿Hubieras perdonado al soldado a pesar de sus acciones?
Opinión de El Dalai Lama
Este autor nos expresa cómo cree que la persona que comete alguna atrocidad contra uno mismo o los demás debería ser perdonado. Sin embargo, eso no significa que aquellos crímenes que cometió deban ser olvidados, ya que estas experiencias han de ser tomadas en cuenta para que no se vuelvan a repetir en la historia. Dalai ilustra esto con el ejemplo del problema del gobierno chino respecto a la lucha con el pueblo tibetano, diciendo así que no podríamos condenar a todo el pueblo chino como enemigo ya que no es un comportamiento budista.
Mi opinión.
Dalai ilustra su creencia sobre el perdón expresando como el pueblo budista debe perdonar las acciones del pueblo chino para poder seguir luchando por sus objetivos. No obstante, esta facilidad que parece tener Dalai para perdonar innumerables atrocidades realizadas a grandes grupos de personas se ve claramente afectada por su religiosidad. En mi opinión a la hora de plantearnos este gran dilema debemos de hacerlo de una manera más imparcial y que no se pueda ver afectada por factores como pueden ser los valores religiosos. Es más, aunque puedo estar de acuerdo con la idea de que tales malas acciones no deban ser olvidadas para poder ser remediadas en un futuro, no estoy de acuerdo con que estas deban ser perdonadas a todo el mundo. No solo son acciones que afectaron a la vida de personas de manera radical, si no que también afectaron al mundo en el que vivimos de manera negativa.
De hecho, creo que si hubiese sido planteada una situación diferente y no tan cercana a su propia experiencia, Dalai podría haber considerado la posibilidad de no perdonar a ese grupo de personas.
En cuanto a la situación por la que se ve pasar a Simon, pienso que sus compañeros estaban en lo correcto. No podemos perdonar a alguien que ha afectado a un grupo tan grande de personas ya que estaríamos asumiendo un poder que no nos corresponde. Incluso si Simon era la única persona a la que Karl podía acudir para pedir su perdón pienso que esa responsabilidad no debería caer en los hombros de un solo hombre, sino que debería ser expuesta para ser debatida y aclarada.
A decir verdad, creo que tales atrocidades cometidas por los nazis no deberían ser nunca perdonadas. Puedo entender que muchos de aquellos soldados fueran buenas personas que fueron radicalizados y manipulados por su gobierno para cambiar su ideología, sin embargo no creo que esto sea una excusa para tolerar todas las crueldades que realizaron y mucho menos de perdonarlos.
3 comentarios:
Buenas tardes, María. Comparto tu punto de vista. A la hora de juzgar tales crímenes, se debe tener un criterio objetivo, sin tener en cuenta ninguna religión, pues estas pueden influir en nuestra opinión, así como lo hace en la de Dalai Lama. No podemos pensar en las consecuencias religiosas que tendrían nuestras acciones, sino tener un criterio más justificado. Por otra parte, claramente no tenemos ningún derecho a perdonar en nombre de otras personas. Los únicos que deberían tener el poder del perdón en estas situaciones son los afectados. Además, creo totalmente que el perdón tiene un límite y, claramente, el hecho de matar, no debe ser perdonado.
María, hay cosas en las que concuerdo contigo como que no se puede perdonar a alguien que ha cometido una atrocidad tan grade como fue el holocausto, pero una persona como Karl no tenia nada que ver con que se perpetuara tal masacre el solo era una marioneta mas de la propaganda del régimen nazi, por eso opino que en el caso de Karl se le puede perdonar puesto que el no eligió matar a los judíos sino que el solo seguía ordenes. Además de que para mi el perdonar a alguien no es olvidar los actos que cometió, y así poder avanzar como sociedad sin rencores que nos frenen.
Comparto tu punto de vista en que el perdón no siempre es la mejor respuesta, especialmente cuando hablamos de crímenes contra la humanidad. Como dices, las acciones de los nazis no solo afectaron a las víctimas directas, sino a toda la historia del mundo, y por eso no se pueden tratar como simples errores individuales.
También creo que tu reflexión sobre la manipulación de los soldados es importante. Es cierto que muchos fueron adoctrinados, pero eso no los convierte en inocentes. Cada persona tomó sus propias decisiones y, aunque algunos se arrepintieran, eso no cambia el daño irreparable que causaron.
Sin embargo, más allá del perdón, creo que lo más importante es la memoria histórica. No se trata solo de decidir si alguien merece o no ser perdonado, sino de asegurarnos de que estas atrocidades nunca sean olvidadas ni minimizadas. En ese sentido, el silencio de Wiesenthal puede interpretarse no como una negativa rotunda al perdón, sino como un acto de respeto hacia las víctimas.
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