domingo, 9 de marzo de 2025

LOS LÍMITES DEL PERDÓN. Elena Lozano Delgado

LOS LÍMITES DEL PERDÓN

 

RESUMEN: “EL GIRASOL”


Simón Wiesenthal era un judío que trabajaba en un campo de concentración nazi. Allí vivió en pésimas condiciones de vida y era forzado a trabajar en situaciones infrahumanas luchando por su vida. Muchos como él eran llevados a la cámaras de gas para realizar su exterminio. Simón fue uno de muchos que sufrieron el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial al no pertenecer a la raza aria considerada por Hitler.

 

Una mañana, en Lemberg, mientras era trasladado por los askaris pasó por delante del instituto de Tecnología. Ahora era un hospital de campamento por la guerra. Durante el camino, se fijó al pasar por el lado del cementerio que brillaban unos girasoles. Era un cementerio de soldados de la SS. Envidió el privilegio de esos soldados que aún muertos tenían un girasol que los representase y que parecía que pudieran comunicarse entre ellos. Sin embargo los judíos irían a simples fosas comunes donde nunca serían recordados.

 

 Al llegar al hospital, una enfermera se acercó a él preguntándole si era judío. Simón afirmó y la enfermera lo condujo hacia el interior del edificio ya familiar para él porque antes de estallar la masacre realizaba sus estudios allí. Llegó a una habitación en la cual se hallaba un soldado nazi miembro de la SS. Estaba vendado por casi todo el cuerpo excepto algunas partes como la boca, vendaje que presentaba manchas amarillentas. 

 

Este soldado estaba a punto de morir y necesitaba confesar lo que le daba remordimiento de hace mucho tiempo. Necesitaba obtener el perdón a manos de un judío, personas como él habían sido víctimas de gente como el soldado, y así morir en paz. Como miembro de la SS había tenido que matar a muchos judíos sin querer hacerlo. El judío no comprende el propósito de encontrarse allí al lado de un asesino pero la enfermera le había insistido que lo escuchase. 

 

Karl, el nazi, comienza relatando sus inicios en una familia religiosa que no aprobó su radicalización en las juventudes hitlerianas. Le cuenta cómo perpetraba los crímenes por los que pide su perdón. Crímenes atroces como el llevar a niños de familias judías a cámaras de gas. 

 

Simón le resultaron tan impactantes los hechos sobre familias judías que conocía que no le consigue contestar al judío y por lo tanto no le proporciona el perdón. A los días Karl muere y la enfermera intenta darle sus pertenencias, a excepción de un reloj que debía de ser entregado a su madre. La enfermera le da la dirección donde antiguamente vivía Karl.

 

El judío sigue preso y se plantea el dilema de si debería haberlo perdonado o no. Allí Simón le pregunta a un compañero teólogo su opinión. Éste le calma diciéndole que habiéndolo escuchado ya hizo una gran labor para permitirle morir en paz. Además, no debería perdonarle porque los judíos son un grupo grande y no puede perdonarlo en nombre de todos.

 

Al poco tiempo, Simón visita a la madre de Karl que le habla sobre lo bueno que era Karl a excepción de que se hubiese unido a las juventudes hitlerianas. Entonces, Karl decide no contarle los hechos atroces causados por su hijo.

 

El autor nos plantea que habríamos hecho nosotros en la situación del judío.

 


OPINIÓN DE LA AUTORA NECHAMA TEC:


Nechama nos ofrece su opinión si ella habría perdonado al nazi. Personalmente, opina que el escuchar al soldado y la prolongada estancia fueron actos de caridad suficientes. 

Considera que cada opinión va ligada al pasado de la persona y la situación actual. Se plantea este dilema por una entrevista de un reportero, y objeta que como seres humanos tenemos que ser responsables de las posibles consecuencias de nuestros actos, y que ella no tiene derecho a perdonar crímenes cometidos contra otras personas. En este caso los judíos. 

 

La autora habla de opiniones como las de Josek y Arthur en las que se apoyó Simón para concluir que el perdón es un acto de voluntad y solo la víctima tiene autoridad para concederlo. 

 

En este caso, el perdón lo pedía un hombre que había cometido crímenes atroces y tenía una actitud racista y ególatra incluso en su lecho de muerte. 

La autora reflexiona sobre la manera en la que el nazi trata de irse en paz. ¿ Por qué no haber hablado con sus compañeros alemanes para que terminasen con el exterminio y así evitar futuras muertes inocentes? ¿ Por qué sí relatar sus atentados a un prisionero judío? ¿ Por qué no se preocupa de la situación del judío que tiene delante, y solo lo utiliza para su perdón? 

 

Por otra parte, destaca la conmemorable actitud del judío. Escuchando aquellas hazañas, quedándose allí en vez de irse como él quería. Se sorprende sobre la fuerza moral de Simón y el mérito de considerar como una opción el perdón. Finalmente, el judío tiene una reacción muy caritativa, sintiendo lástima por el soldado.

 


OPINIÓN DEL AUTOR RODGER KAMENETZ:


Rodger opina que el silencio que el judío le proporcionó al soldado, era lo mejor que podía hacer. Él era prisionero y no tenía total libertad de expresión, podía tener consecuencias.

Destaca la manera en la que el nazi de refiere al judío, no lo considera una persona si no como si fuese una raza y no un individuo. En este caso, cualquier judío podría haber cumplido el papel de escuchar al soldado de la SS, el cual no demuestra respeto por él. 

Incluso en su último momento, lo que busca es su alivio al tormento de su alma. Reconoce que había hecho daño y se sentía culpable pero de un modo egoísta. A Simón no lo veía como persona si no como un judío, mientras que Simón sí lo veía como un ser individual. Eso le honra. Si lo hubiese tratado de igual manera se podía plantear un posible perdón.



OPINIÓN PERSONAL:


Personalmente, aún Simón siendo un judío y estando sufriendo el Holocausto, se le otorga una responsabilidad muy grande de un perdón por una comunidad entera. El soldado de la SS le pedía el perdón de algo que él no era quien debía perdonarle.

 

Sin embargo, ¿cómo era capaz el soldado de pedir un perdón por todos los crímenes causados? Se puede intuir alguna señal de arrepentimiento pero se sigue dirigiendo de manera racista al judío y no lo respeta. En este caso, el soldado debería tener en la cabeza que todo acto tiene consecuencias, aunque sea religioso y quiera intentar obtener el perdón, debe aceptar su destino de no ser perdonado. 

 

Concluyendo, no perdonaría al soldado de la SS ya que si tan arrepentido se muestra, debería haber tratado de mejorar la situación del judío o algún acto de caridad y no luchar egoístamente por su propio perdón.

 

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