domingo, 4 de marzo de 2018

"El girasol. Los límites del perdón"


1      1. RESUMEN

El protagonista del relato es Simón Wiesenthal, un judío preso del dominio nazi. Él y sus dos compañeros, Arthur y Josek, trabajan en el campo de concentración de Lemberg (Polonia). Simón habla sobre las malas condiciones de vida que sufren todos los presos durante su cautiverio en este lugar, además de las constantes humillaciones y castigos, que en algunos casos suponía la muerte, que recibían por parte de los soldados alemanes de la SS.  Estos soldados mantenían vivos a aquellos presos que estaban en condiciones de seguir trabajando para ellos. En el momento en el que no pudieran hacerlo, por enfermedad, cansancio o cualquier otra razón, eran asesinados sin piedad.
En el campo de concentración convivían miles de personas de diferentes nacionalidades, las cuales tenían una misma obligación: trabajar en unas condiciones pésimas para poder seguir con vida. Eran muchos los distintos trabajos que realizaban los presos. Uno de ellos tenía lugar en los Ferrocarriles del Este y, aunque era uno de los más duros, era el preferido por todos los presos, ya que gozaban de una pequeña libertad al llevarse a cabo fuera del campo de concentración. Simón era el encargado de esta tarea hasta que, un día, unos soldados nazis nombraron a un grupo de 50 judíos, que tendrían que realizar un trabajo en el antiguo Instituto Tecnológico, en el que Simón había estudiado, y que en ese momento se utilizaba como hospital.
Durante su trayecto al hospital, Simón nota como es observado por las personas que disfrutaban de libertad. Continuando su camino observa un cementerio. Allí se encontraban enterrados algunos soldados alemanes y en cada tumba había un girasol. Esta situación provoca en el protagonista cierta envidia, ya que suponía que él acabaría en una fosa común, en la que no se encontrarían aquellos girasoles, que lo mantendrían conectado al mundo exterior.
Después de llegar al hospital, una enfermera, tras asegurarse de si era judío, lo acompaña al interior hasta una habitación en la que se encontraba una persona tumbada y totalmente vendada.  Aquella persona se llamaba Karl y era un antiguo soldado de las S.S. Se encontraba en graves condiciones y necesitaba explicarle un hecho que sucedió y que le atormentaba, pero antes le hablaría sobre su vida. Le contó que había sido católico debido a que su madre así lo educó, pero que se unió a las Juventudes Hitlerianas y, más tarde, a las S.S. Durante la ocupación de Dnepropetrowsk, Karl y sus compañeros introdujeron a unos 200 judíos dentro de un edificio y lanzaron varias granadas. Tenían la orden de disparar a quiénes intentaran escapar. Y así lo hizo. Asesinó a una familia que se lanzó por la ventana para intentar huir. Simón estuvo a punto de abandonar la habitación en varias ocasiones ante la terrible narración que estaba escuchando. Sin embargo, sí lo hizo cuando Karl le pidió que le perdonara en representación de todos los judíos a los que había asesinado.
Cuando regresaron al campo de concentración y después de dudar hacerlo, Simón le cuenta lo sucedido a Josek y Arthur. Aunque ambos coincidían en que había tomado la decisión correcta abandonando aquella habitación, no dejó nunca de pensar si había actuado correctamente. De hecho, aquella noche temía que al día siguiente tuviera que regresar al hospital y volver a encontrarse con Karl. Sus temores se hicieron realidad. Al día siguiente, la enfermera lo volvió a llamar. Le comunicó que Karl había fallecido la noche anterior y que le había pedido que le entregara sus pertenencias. No obstante, Simón las rechazó y solo se quedó con un trozo de tela con la dirección de su madre.
Dos años más tarde terminó la Guerra. Simón sobrevivió y salió del campo de concentración, pero Josek y Arthur ya no vivían. Todavía no podía olvidar la historia de Karl, así que fue a visitar a su madre. Ella le dijo que su hijo había sido un buen niño y que le inculcó sus valores religiosos, pero que decidió alistarse a las Juventudes Hitlerianas. Su padre, que ya había fallecido, era un socialdemócrata, por lo que estaba en contra de la decisión que su hijo tomó. relatado. Simón estaba decidido a contarle a aquella mujer la experiencia que tuvo con su hijo. Sin embargo, viendo que ya nada podía arreglar, decidió llevarse el secreto con él.



2.OPINIÓN

Gracias a la pregunta que nos hace Simón al final del libro, reflexionamos sobre cuál habría sido nuestra reacción ante la confesión de Karl. En mi caso, habría actuado de igual manera que Simón. Sin embargo, pienso que tomar la decisión de perdonar o no a una persona, después de sus crueles actos, y en representación de más de 6 millones de personas de tu misma religión, sería algo injusto si se realizara. Sería también una decisión difícil de tomar debido a que deberían ser los afectados quienes aceptaran o rechazaran su perdón. Desgraciadamente, éstos ya no pueden hacerlo. Por otro lado, pienso que Karl, aunque es cierto que había vivido atormentado después de su asesinato a aquella familia, únicamente se preocupa por pedir perdón por todo el daño ocasionado a la raza judía una vez se encuentra postrado en su lecho de muerte, y con el único objetivo de limpiar su alma antes de fallecer.  Por último, destacar que el acto de perdonar es muy útil como acto de liberación personal. Si bien es cierto que este perdón dependerá de la importancia del caso al que nos referimos. Yo no habría dudado en rechazar su perdón, aunque fuese ésta su última voluntad.



3. OPINIÓN DEL AUTOR

En primer lugar, Mark Goulden afirma que la sociedad olvida muy rápido las cosas y que se le quita siempre la importancia que deben tener acontecimientos de esta magnitud, como lo es el exterminio de la raza judía (6 millones de personas). Por un lado, el autor se pregunta por la persona a quién pertenece el privilegio de conceder el perdón. Determina que esto solo sería posible para un clérigo, puesto que el perdón y la misericordia pertenecen exclusivamente a Dios. Por otro lado, utiliza las palabras del poeta Dryden, el cual decía que “El perdón sólo está en manos del ofendido”, para explicar que en este caso el ofendido equivale a 6 millones de personas muertas, las cuales no pueden expresar opinión alguna. Goulden comparte opinión con la mayoría de los autores. No existe una respuesta genérica al dilema moral planteado por Simón ya que se trata de un dilema individual que requiere una respuesta personal. En concreto, Mark Goulden no habría tenido dudas para resolver este problema. Se imagina que habría sucedido si Alemania hubiese ganado la Guerra y fuese Simón el que estuviera a punto de morir. Finaliza afirmando que hubiera hecho lo mismo que el protagonista del relato y, además, se aseguraría de que muriera (“habría abandonado en silencio el lecho de muerte no sin antes haberme asegurado de que quedaba un nazi menos en el mundo”).




4. CRÍTICA/DEFENSA DEL AUTOR

Comparto la opinión de Mark Goulden en su mayoría. Pienso al igual que él, que, en el caso de que Alemania hubiese ganado la guerra, y a pesar de todo el daño generado, (no solamente por las infinitas muertes, sino también por el período de tiempo en el que los judíos fueron humillados y estuvieron en cautiverio) los nazis aniquilarían por completo a la raza judía. Por un lado, creo, como el autor, que el mundo jamás debe olvidar los acontecimientos crueles que han sucedido en nuestra historia y que nos abochornan a todos, para que éstos no vuelvan a suceder jamás. Por otro lado, coincido con él en el hecho de que cada persona tiene su propia opinión sobre qué es lo moralmente correcto o incorrecto, pero que todas deben coincidir en que olvidar los hechos supondría olvidar a las víctimas y, con ello, su sufrimiento y su dolor. Sin embargo, y aunque yo tampoco habría perdonado al soldado nazi, no habría llegado al extremo de asegurarme de que muera. Aunque es cierto que esta afirmación nos recuerda la gravedad de esta matanza, de hacer aquello que cuenta Mark, nos pondríamos a la misma altura que el soldado nazi y nos convertiríamos en eso que tanto odiamos.


2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en todo con mi compañero rafa en todo, menos en lo que no perdonaría porque yo si lo perdonaría y le daría una 2 oportunidad. Y también pienso al igual que Mark Goulden, pero pienso que la sociedad no olvida muy rápido como dice Mark Goulden y tampoco haría lo mismo que él de asegurarme de que muera el soldado nazi ya que llega se convertiría en lo que odiamos.