jueves, 24 de febrero de 2011

Los límites del perdón. ÁNGEL CLAVER


SIMON WIESENTHAL

Simon es un judío prisionero en un campo de concentración nazi que ha sufrido innumerables torturas y humillaciones. Un día que sale del campo de concentración a realizar trabajos en un hospital, conoce a una enfermera que le lleva junto a un soldado nazi que está a punto de morir. Éste le cuenta las atrocidades que ha cometido y le pide perdón a Simon por todos sus crímenes al considerarlo como un representante de todos los judíos. Muestra un verdadero arrepentimiento ante todos sus actos como soldado de las SS. Simon no llega ni a perdonarlo ni a condenarlo. Le escucha en silencio y no es capaz de darle una repuesta, marchándose de la habitación sin decir nada. Esta decisión le tortura hasta el punto de escribir este libro y pedir opinión al resto del mundo.


DITH PRAN (27-9-42 / 30-3-08)

Fue un fotógrafo camboyano, refugiado y superviviente del genocidio de Camboya. En 1975 Pran y otros reporteros fueron a cubrir la caída de la capital de Camboya en manos de la guerrilla comunista liderada por los Jemeres Rojos. Otros periodistas pudieron abandonar el país, pero Pran fue apresado y sufrió junto con miles de camboyanos las torturas y el hambre en los campos de trabajos forzados durante cuatro años.

Dith Pran dice que hay que diferenciar entre:
• los auténticos culpables: los dirigentes, los cerebros, los que han planificado las muertes, los que maquinan las torturas, los líderes
• sus instrumentos: los ejecutores, los soldados, los verdugos.
Cree que la clave del perdón es la comprensión.
A los primeros no les perdonaría jamás. Sin embargo, se puede perdonar a los soldados pues ellos están en un nivel diferente, son personas que han podido ser forzadas a ejercer como soldados, se les ha lavado el cerebro y, aunque ellos son los que han disparado, los que han cometido los crímenes, no son los que los han planeado, no han decidido sus actos, han sido obligados.
También dice que perdonaría pero jamás olvidaría.

OPINIÓN PERSONAL

Yo creo que hubiese hecho lo mismo que Simon, es decir, todavía después de leer el libro y otras opiniones, siento la misma duda que sintió Simon.
Para mi hubiese sido muy difícil condenarlo puesto que el soldado manifestó durante su relato un gran arrepentimiento que manifiesta hasta físicamente con temblores, sudores, etc. Por otra parte, no me hubiese quedado tranquilo si lo hubiese perdonado ya que no deja de ser un asesino y yo no me puedo considerar el representante de tantos muertos para perdonarle.
Solo una persona que manifiesta un sincero arrepentimiento puede llegar a ser perdonado.

Estoy de acuerdo con Dith Pran en que no es lo mismo una persona que dirige un genocidio que aquella que tiene que ejecutar estas muertes. Seguro que algunos de los soldados nazis se alistaron para salvar sus propias vidas, pero en este caso, el soldado se alistó voluntariamente aunque si considerar la dimensión de sus actos, pues lo consideró como “ir a un baile o de excursión”.

Es muy difícil saber qué haríamos nosotros en momentos tan difíciles, cuando tu propia vida está en peligro, cuando tus familiares son asesinados, cuando te han arrebatado hasta el alma.

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