Los límites del perdón.
El protagonista es un esclavo de
la SS, llamado Simón, este se encuentra en un campo de concentración y cuenta
como es allí la vida en el día a día. En esos momentos el país se encuentra en
guerra y allí casi no reciben noticias. Sólo tiene dos amigos allí dentro,
Arthur y Josek. Simón era de aquella ciudad y cada vez que salía del campo
observaba a la población, y estudiaba las diferentes miradas, nunca se había
fijado que entre el campo de concentración y el lugar de trabajo había un
cementerio. En ese cementerio cada uno de los alemanes que allí yacían tenían un
largo y recto girasol en su tumba. A partir de aquel suceso, Simón sufre como
un trastorno, eso de que todos los alemanes tuvieran un girasol y ellos no, le
queda extrañado. Tras trabajar en la estación de ferrocarril, un día les llevan
a trabajar al antiguo Instituto Tecnológico, ahora convertido en hospital
militar. El trabajo consistía en sacar toda la basura acumulada en el hospital.
Mientras esta de aquí para allá cargando cubos de basura llenos de vendas y
demás utensilios médicos desechados, una enfermera lo llama. La enfermera le
obliga a que le acompañe a un sitio sin decirle a donde, mientras caminan hacia
ese lugar, simón, va recordando cómo era el instituto cuando él estudiaba allí.
Entre tanto llegan a una sala, la antigua sala del decano, ahora era una sala
de hospital. Allí se encontraba en una camilla un hombre con toda la cara
cubierta por vendas y con el cuerpo destrozado. El hombre comenzó a hablar al
protagonista, se trataba de un joven de 22 años, que había servido en combate
como voluntario en las SS y no salió victorioso, fueron atacados y se
encontraba malherido. El hombre comienza a contarle su historia, era un joven
de Stuttgart, sus padres le educaron religiosamente, pero con el paso del
tiempo tu vio que alistarse en las juventudes hitlerianas, él veía que era la
única solución para sobrevivir a gusto en aquel país. Quería confesar aquello
que hizo durante los combates, concretamente una masacre, todo ocurrió cuando
llegaron a una ciudad en la que había numerosos judíos, los encerraron a todos
en un edificio y metieron con ellos bidones de gasolina, abrieron fuego y
comenzaron a estallar los bidones y a quemarse todo, la gente saltaba a la
desesperada por las ventanas y cuando caían eran abatidas por numerosos
disparos. El joven pidió a Simón que le perdonara por aquel acto, este no dijo
nada, no encontraba palabras y se marchó. Cuando llega al campo de
concentración, les cuenta a sus compañeros Josek y Arthur lo ocurrido en el
hospital, ellos están de acuerdo con que no le perdonase. Días después, vuelve
al hospital a trabajar, en este caso la enfermera lo llama para entregarle las
pertenencias del fallecido, no consiente cogerlas. Años después, por fin le
liberan del campo de concentración, por desgracia, Josek y Arthur no aguantaron
la vida en el campo y los mataron, Simón y su esposa viajaron por Europa, un
día estuvieron en Stuttgart, Simón se acordó de la madre del joven del hospital
y decidió ir a buscarla para contarle lo ocurrido. Cuando la encuentra, Simón
no es capaz de contarle la verdadera historia a la madre del soldado, ya que
esta no paraba de repetir: -Era un buen chico! Simón no hacía nada más que dar
vueltas al suceso del hospital, no conseguía saber si hizo bien en no
perdonarlo o si tenía que haber perdonado a aquel joven.
Opinión de
Matthew Fox
Matthew Fox no considera que el
soldado moribundo confesase todos sus malos actos, solo tiene remordimiento de
la matanza del edificio llego de gasolina. No considera tampoco que fuera un
perdón total, hay actos que no pueden ser perdonados. Según este autor, el
silencio pudo ser la mejor respuesta, ya que hizo al soldado quedarse pensando
en su remordimiento, en sus actos y por ello supo lo que era en realidad estar
arrepentido, todo gracias al silencio de Simón. También cree que el haber
estado escuchando la historia del soldado, haber tenido una especie de unión
entre los dos y visitar a la madre del soldado es, en cierto modo, un acto de
compasión. También llama pecado a la omisión y negación de la verdad, cuando
Simón visita a la madre no se atreve a contarle la verdad y, en cierto modo, él
también está cometiendo ese pecado. Estos pecados continúan hoy en día y nos
ayudan a comprender que la vida está basada en ellos, que todo lo que nos rodea
se basa en ello. Siempre debería perdonar actos o pensamientos, pero no
olvidarlos, una cosa no quita la otra.
Opinión de Harold S. Kushner
No cree que perdonar sea lo mismo
que ser perdonado, ser perdonado es quitarte los errores del pasado, aunque
cuando uno se olvida de esos errores, le pueden surgir situaciones en el
presente en las que tiene que ayudarse del pasado para no equivocarse. Se
podría decir que es un lavado total de la memoria, es como comenzar tu vida de
cero, ser otra persona. El perdón no se recibe de una persona a otra, lo otorga
Dios y no es algo que él nos envíe, lo sentimos dentro y es nuestro, se podría
que es un perdón propio. Por tanto mi autor piensa que el nazi se equivocó de
persona, tenía que haberle confesado su arrepentimiento a Dios, no al judío.
Perdonar es quitar de tu cuerpo esa parte mala que llevas, renunciar a ese tú,
así esa parte mala quedaría con los actos del pasado y esa persona estaría
perdonada de por vida.
Opinión propia.
Una sola persona no puede
perdonar en nombre de millones, y menos en nombre de toda una raza y toda una
religión. Quizás el silencio fuera la mejor respuesta para aquel soldado, ese
soldado debió arrepentirse ante su dios supremo, no ante una persona. Por mucho
que quieras despojarte de tus actos sanguinarios o dañinos del pasado siempre
te persiguen, porque puedes recordarlos, el perdón debería basarse en un olvido
de esos actos que generan remordimiento. La religión católica también se basa
en el perdón de los pecados, pero bajo mi punto de vista, ese perdón es algo subjetivo, no te hace
olvidar eso actos tu puedes seguir pensando que hiciste bien en esos actos, por
tanto el perdón debería anularse, desgraciadamente no ocurre. Definitivamente,
pienso que Simón hizo bien en quedarlo pensando al soldado, si le perdona el peso
de justicia que piden los judíos caería sobre él y si no lo perdona, el peso de
la religión caería sobre él.
1 comentario:
Álvaro habla menos en clase
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