jueves, 5 de marzo de 2015

Los límites del perdón

Los límites del perdón.
El protagonista es un esclavo de la SS, llamado Simón, este se encuentra en un campo de concentración y cuenta como es allí la vida en el día a día. En esos momentos el país se encuentra en guerra y allí casi no reciben noticias. Sólo tiene dos amigos allí dentro, Arthur y Josek. Simón era de aquella ciudad y cada vez que salía del campo observaba a la población, y estudiaba las diferentes miradas, nunca se había fijado que entre el campo de concentración y el lugar de trabajo había un cementerio. En ese cementerio cada uno de los alemanes que allí yacían tenían un largo y recto girasol en su tumba. A partir de aquel suceso, Simón sufre como un trastorno, eso de que todos los alemanes tuvieran un girasol y ellos no, le queda extrañado. Tras trabajar en la estación de ferrocarril, un día les llevan a trabajar al antiguo Instituto Tecnológico, ahora convertido en hospital militar. El trabajo consistía en sacar toda la basura acumulada en el hospital. Mientras esta de aquí para allá cargando cubos de basura llenos de vendas y demás utensilios médicos desechados, una enfermera lo llama. La enfermera le obliga a que le acompañe a un sitio sin decirle a donde, mientras caminan hacia ese lugar, simón, va recordando cómo era el instituto cuando él estudiaba allí. Entre tanto llegan a una sala, la antigua sala del decano, ahora era una sala de hospital. Allí se encontraba en una camilla un hombre con toda la cara cubierta por vendas y con el cuerpo destrozado. El hombre comenzó a hablar al protagonista, se trataba de un joven de 22 años, que había servido en combate como voluntario en las SS y no salió victorioso, fueron atacados y se encontraba malherido. El hombre comienza a contarle su historia, era un joven de Stuttgart, sus padres le educaron religiosamente, pero con el paso del tiempo tu vio que alistarse en las juventudes hitlerianas, él veía que era la única solución para sobrevivir a gusto en aquel país. Quería confesar aquello que hizo durante los combates, concretamente una masacre, todo ocurrió cuando llegaron a una ciudad en la que había numerosos judíos, los encerraron a todos en un edificio y metieron con ellos bidones de gasolina, abrieron fuego y comenzaron a estallar los bidones y a quemarse todo, la gente saltaba a la desesperada por las ventanas y cuando caían eran abatidas por numerosos disparos. El joven pidió a Simón que le perdonara por aquel acto, este no dijo nada, no encontraba palabras y se marchó. Cuando llega al campo de concentración, les cuenta a sus compañeros Josek y Arthur lo ocurrido en el hospital, ellos están de acuerdo con que no le perdonase. Días después, vuelve al hospital a trabajar, en este caso la enfermera lo llama para entregarle las pertenencias del fallecido, no consiente cogerlas. Años después, por fin le liberan del campo de concentración, por desgracia, Josek y Arthur no aguantaron la vida en el campo y los mataron, Simón y su esposa viajaron por Europa, un día estuvieron en Stuttgart, Simón se acordó de la madre del joven del hospital y decidió ir a buscarla para contarle lo ocurrido. Cuando la encuentra, Simón no es capaz de contarle la verdadera historia a la madre del soldado, ya que esta no paraba de repetir: -Era un buen chico! Simón no hacía nada más que dar vueltas al suceso del hospital, no conseguía saber si hizo bien en no perdonarlo o si tenía que haber perdonado a aquel joven.


Opinión de Matthew Fox
Matthew Fox no considera que el soldado moribundo confesase todos sus malos actos, solo tiene remordimiento de la matanza del edificio llego de gasolina. No considera tampoco que fuera un perdón total, hay actos que no pueden ser perdonados. Según este autor, el silencio pudo ser la mejor respuesta, ya que hizo al soldado quedarse pensando en su remordimiento, en sus actos y por ello supo lo que era en realidad estar arrepentido, todo gracias al silencio de Simón. También cree que el haber estado escuchando la historia del soldado, haber tenido una especie de unión entre los dos y visitar a la madre del soldado es, en cierto modo, un acto de compasión. También llama pecado a la omisión y negación de la verdad, cuando Simón visita a la madre no se atreve a contarle la verdad y, en cierto modo, él también está cometiendo ese pecado. Estos pecados continúan hoy en día y nos ayudan a comprender que la vida está basada en ellos, que todo lo que nos rodea se basa en ello. Siempre debería perdonar actos o pensamientos, pero no olvidarlos, una cosa no quita la otra.
Opinión de Harold S. Kushner
No cree que perdonar sea lo mismo que ser perdonado, ser perdonado es quitarte los errores del pasado, aunque cuando uno se olvida de esos errores, le pueden surgir situaciones en el presente en las que tiene que ayudarse del pasado para no equivocarse. Se podría decir que es un lavado total de la memoria, es como comenzar tu vida de cero, ser otra persona. El perdón no se recibe de una persona a otra, lo otorga Dios y no es algo que él nos envíe, lo sentimos dentro y es nuestro, se podría que es un perdón propio. Por tanto mi autor piensa que el nazi se equivocó de persona, tenía que haberle confesado su arrepentimiento a Dios, no al judío. Perdonar es quitar de tu cuerpo esa parte mala que llevas, renunciar a ese tú, así esa parte mala quedaría con los actos del pasado y esa persona estaría perdonada de por vida.
Opinión propia.
Una sola persona no puede perdonar en nombre de millones, y menos en nombre de toda una raza y toda una religión. Quizás el silencio fuera la mejor respuesta para aquel soldado, ese soldado debió arrepentirse ante su dios supremo, no ante una persona. Por mucho que quieras despojarte de tus actos sanguinarios o dañinos del pasado siempre te persiguen, porque puedes recordarlos, el perdón debería basarse en un olvido de esos actos que generan remordimiento. La religión católica también se basa en el perdón de los pecados, pero bajo mi punto de vista, ese perdón es algo subjetivo, no te hace olvidar eso actos tu puedes seguir pensando que hiciste bien en esos actos, por tanto el perdón debería anularse, desgraciadamente no ocurre. Definitivamente, pienso que Simón hizo bien en quedarlo pensando al soldado, si le perdona el peso de justicia que piden los judíos caería sobre él y si no lo perdona, el peso de la religión caería sobre él.


1 comentario:

Jesús Curado dijo...

Álvaro habla menos en clase