martes, 7 de marzo de 2023

 LOS LIMITES DEL PERDÓN- AITANA PÉREZ HIDALGO

El libro cuenta la historia de un judío llamado Simón en un campo de concentración en Lemberg. Cuenta su vida allí y cómo fue su vida en el antes y el después de esa experiencia. Esto ocurrió en la Segunda Guerra Mundial donde los alemanes tienen como objetivo eliminar a todos los judíos ya que son “la causa de todos sus males”. En el campo de concentración se dividen en grupos, Simón se encuentra con sus dos compañeros Arthur y Josek . Josek es un hombre religioso con mucha fe que es la que le ayuda a seguir con fuerzas para levantarse todos los días y seguir luchando contra su situación infrahumana. Adentrándonos en temas religiosos tanto como Simón, Arthur, Josek y los miles de judíos sienten el abandono de Dios. ¿Si Dios existe porque deja que hagan esas barbaridades contra unas personas inocentes?

En cuanto a la vida en el campo era horrible: todos los días había muertos, sufrían humillaciones diarias, temor cada vez que se les acercaba un hombre con uniforme, muchos morían a causa del hambre, inquietud por creer que ya no volverían a ver más a sus familias y muchas más que son innombrables.

Los judíos tenían un trabajo asignado, Simón y sus compañeros trabajaban en las vías de ferrocarril, vigilados por los agentes de las SS. En caso contrario de no cumplir con su función serian fusilados.

Un día a Simón junto a otros judíos lo citaron para asignarle un nuevo trabajo. Simón estaba nervioso por saber su nueva función en el campo ¿será más dura que la anterior? ¿sufriré más que el anterior trabajo? Estas son algunas preguntas que se planteaba Simón. En el camino a su nuevo oficio se encontró un cementerio de soldados caídos con girasoles encimas de las tumbas. Esto le llamó la atención a Simón ya que él pensaba que hasta los soldados muertos tenían más privilegios que ellos. Puesto que ellos, los judíos cuando llegara su hora solamente los apilarían en un montón y los convertirían en cenizas al fin y al cabo para ellos solo eran un número. Nadie se preocuparía de sus pertenencias, o si tenía familia, amigos o simplemente de si merecía morir o no.

Justo al lado del cementerio de los soldados estaba el edifico donde haría su nuevo trabajo. Este le resulto familiar, era su antiguo instituto tecnológico donde estudió. Ahora se había convertido en un hospital donde se hallaban los soldados heridos o a puntos de morir.

Cuando se encontraban en el hospital descansando una enfermera se acercó a Simón y le pidió que le acompañase. Este acabó en el antiguo despacho del decano. En la habitación se encontraba una camilla con un hombre vendado hasta los ojos. Este hombre se llamaba Karl un soldado de las SS que estaba al borde de la muerte y quería deshacerse de una culpabilidad que llevaba cargando demasiado tiempo.

Al principio fue un poco incómodo para Simón porque Karl le dio la mano a Simón, no sé si fue por la poca fuerza que tuvo o la compasión de pensar que seguramente sea el último día de su vida, pero Simón no le soltó. Empezó contando su infancia, el llevaba una vida religiosa hasta que se alistó en las juventudes Hitlerianas. Karl solo quería pedir perdón por todos los males que había hecho y tomo a nuestro protagonista en nombre de todos los judíos. Quería pedir perdón por todos los pecados que había cometido, sobre todo por uno en especial que es el que más le pesa la conciencia.

Un día él y más soldados de la SS encerraron a cientos de judíos en un edificio tanto a mayores como a niños, los rociaron de gasolina, tiraron granadas y luego los quemaron vivos. A él se le quedo marcada una escena en concreto, vio como una familia con su hijo en brazos se tiraba del edificio para acabar con ese dolor y que su familia no sufriera más. Simón no pudo soportarlo y se fue sin decir nada, lo comento con sus compañeros de litera. Todos coincidieron en que no debería perdonarlo por todos los errores que ha cometido puesto que hay un límite del perdón.

A Simón lo volvió a llamar la enfermera, pero esta vez él no quería ver al soldado, pero al final acabo accediendo. La enfermera le dijo que Karl había muerto y que le pidió antes de fallecer entregarle sus pertenencias a Simón menos su reloj que debía ser entregado a su madre.

El rechazo los objetos salvo una tela con la dirección de la madre, ¿debería decirle a su madre como era realmente su hijo? ¿debería haberle perdonado? 

Cuando murieron sus compañeros Arthur y Josek entro un compañero y le pregunto sobre el tema del soldado. Él dijo que según su región solo puedes perdonar a alguien si el daño fue directamente contigo.

Una vez terminó la guerra Simón decidió buscar a la madre de Karl. Era una anciana viuda y sin hijo, no le podía quitar la imagen de su hijo perfecto y bien educado. Se sintió incapaz de decirle la verdad a su madre. Al final simón decidió dedicarse a encontrar crímenes de nazis y así hacer que pagaran por todos los errores.  

Crítica sobre la opinión de Devorah E.Lipstadt

Yo estoy en contra de esta debido a que como dice los hombres somos capaces de distinguir entre el bien y el mal y aun así siguen haciendo maldades. Y ¿ esas personas merecen el perdón? Yo pienso que todo el mundo somos capaces de saber que hace daño y que no. La palabra perdón solo es una palabra pero no borra ni cura todo lo que has echo y las vidas que has quitado y las familias que has destruido.

Mi opinión 

En mi opinión, no lo perdonaría, el debería de haber rechazado ese trabajo y decir que no haría algo así, sin embargo, tomó la opción de hacerlo, una opción que en mi opinión es completamente errónea, debería de haber renunciado por todo el dolor que podía causar haciéndolo, todos los sueños que nunca llegarían a cumplir porque tras cruzar esas puertas, se quedarían en eso, en sueños, la incertidumbre sin saber si volverían a ver a su familia, la incertidumbre de si ya le habían dado un último abrazo, sin saber que era el último, la pregunta de si sus seres queridos y familiares estaban a salvo, si iban ver crecer a sus hijos, debería de haber rechazado ese trabajo por todas las vidas que arruina el hacerlo, por todas las lágrimas que han sido derramadas por una cara que su único rostro es terror y tristeza, por todo ese dolor y sufrimiento que sufren allí dentro, el tuvo elección, la elección de decir una simple palabra, la palabra No, pero claro las palabras se las lleva el viento, y de qué sirve decir perdón cuando un perdón no sana todo el dolor causado, si el hubiera dicho no, no hubiera causado todo el daño que a causado, ni hubiera encogido los corazones de todas esas personas a causa de todas las mierdas que les hacen allí dentro, como el tuvo la oportunidad de decir no y no lo hizo sabiendo todo el daño que iba a causar, uno recoge lo que siembran , así que yo tengo la oportunidad de decir que no lo perdono.

2 comentarios:

Tello Marin dijo...

Yo pienso totalmente al contrario que tu ya que esta persona ,alomejor no queria realizar los hechos que cometió si no que fue obligado por la sociedad y valores en los que él estaba por lo tanto podría ser perdonado

Elena De la Vega dijo...

En mi opinión, ese trabajo lo hizo como un voluntariado, él no tenía ni idea que iba a tener que cometer esos crímenes, y ya cuando se dio cuenta de todo no lo pudo dejar. Él comparado con sus otros compañeros, no mató tantas vidas y además, intentó como fuese que lo perdonaran, ya que se había arrepentido muchísimo de hacerlo. Él solo quería morir en paz, ya que él no era malo como sus otros compañeros, solamente que estaba sometido a unas ordenes que tenía que cumplir.