Los límites del perdón.
El cardenal Fran König , arzobispo de Viena, fue un gran escritor prisionero de de un campo de concentración, donde por desgracia tuvo que presenciar fuertes horrores. Tuvo un estremecedor paso por la universidad y es recurrente el símbolo del girasol en su historia, esta flor se ponía en los cementerios delante de cada muerto para que transmitiera mensajes y luz a los muertos.
Un día un soldado de las SS, en una confesión, le confesó haber participado en una matanza nazi y le pidió que lo perdonara por poderes. Él no tenía el poder de perdonar las ofensas que se han cometido ante otros pero la respuesta la pregunta del soldado no fue dicha, aunque para los cristianos, la respuesta al perdón se encuentra en el Evangelio y Jesucristo no puso límite para el perdón. El cardenal seguía pensando entre si es posible perdonar y si se podría perdonar, pero él ya prestó un gran servicio al moribundo al escucharle, mostrarle compasión, darle la oportunidad de de confesar sus crímenes y arrepentimiento, lo que significa que reconoció su conversión espiritual. El soldado aun creía en Dios ya que hizo todo lo que pudo para conseguir la misericordia de Dios. El cardenal se fue sin pronunciar palabra de perdón, pero en cierto modo el moribundo sintió que lo aceptó y de todos modos no le había legado todas sus pertenencias personales.
La situación en la que se encontraba el arzobispo hacía que su perdón hubiera rebasasó los límites de humanidad. No obstante tuvo una oportunidad de realizar un acto bondadoso y el hecho de que no lo hiciera le atormenta en su lucha por comportarse como un ser humano.
El cardenal Franz König:
Franz König, desde un primer momento no se sentía seguro de realizar ese perdón, ya que la confesión del soldado agravaba su respuesta en si perdonarlo o no. Él, aunque considere que el perdón no tenga límites por como dijo Jesucristo y que el perdón se encontraba en el Evangelio, solamente se queda callado y escucha al soldado.
Según el libro nos dice, él tiene una oportunidad de perdón y se encuentra atormentado por no aprovecharla pero, a la vez, al soldado solo le escribió el oído del cura para sentirse perdonado, lo que deja en el aire que realmente, para el soldado, si ha perdonado pero ,para su conciencia, no.
Crítica al cardenal Fran König:
Desde un aspecto, no se debe juzgar lo que hizo ya que lo que hace esa persona es porque en ese momento lo ha sentido así y no hay más, ya que los actos de cada persona se basan en ella y no debes entrar ahí, y además en esa situación de tal magnitud tu mente puede quedarse en shock.
Pero desde el otro, basándome en la religión y su trabajo, debería de haberlo perdonado ya que como cura es su deber perdonar todo pecado sin que la gravedad del pecado intervenga en la confesión y no como ha hecho simplemente escuchándolo sin pronunciar una sola palabra, lo que le sirvió al soldado para sentirse perdonado.
Opinión personal: Si mi situación fuera la del cardenal me habría sentido realmente sin saber que hacer ya que tienes que seguir tu trabajo y vocación o tu verdadero pensamiento sobre lo ocurrido.
Desde mi opinión, no lo habría perdonado ya que la matanza de unos inocentes judíos, es algo para mí imperdonable ya que si lo perdonas no tienes corazón ni sentimiento. También, el hecho de que siga creyendo en Dios es inservible porque como él dice, solo los puros de corazón entrarán en mi paraíso, y habiendo matados a inocentes no eres puro.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo con la reflexión sobre este tema y sobre tu opinión personal ya que yo también en esa situación y en la piel del cardenal no sabría qué hacer. No comparto lo que has comentado de que si perdonas no tienes corazón ni sentimiento porque puedes perdonar para no ser igual que la persona que ha cometido esos errores.
Yo concuerdo con tu opinión ya que yo tampoco lo habría perdonado por todos sus actos y también estoy de acuerdo contigo en que es inútil que siga siendo creyente, pero lo hace porque cree que si continúa creyendo en Dios hasta el final el les perdonará sus pecados, y para una mentalidad tan antiguada como la suya esa era su única esperanza de ser feliz en la otra vida.
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