viernes, 3 de marzo de 2017

RESUMEN DE LOS LÍMITES DEL PERDÓN

Esta historia empieza narrando la vida de un judío llamado Simon en el campo de concentración donde está con los demás judíos y dos buenos amigos: Arthur y Josek. Al principio Simon trabajaba en unas vías de ferrocarril, de donde fue transladado a otro lugar también fuera del campo. Este lugar era actualmente un hospital militar para nazis. Antiguamente era conocido como el Instituto Tecnológico donde él estudió arquitectura. Trabajando allí se acercó una enfermera preguntando si era judío, él respondió que sí y la enfermera le pidió que le acompañara llevándolo hasta una habitación. Durante el recorrido fue recordando todo los momentos que pasó en ese antiguo sitio. Al llegar a la habitación se encontró con una persona totalmente vendada. El enfermo se llamaba Karl y era alemán. Estaba a punto de morir, pero antes de eso quería librarse de los pecados que había cometido. Simon estuvo a punto de marcharse varias veces durante el relato del soldado, pero se quedó hasta el final escuchando la historia. El enfermo era un militar de la SS. Este le contó que a pesar de haber tenido una infancia basada en la religión católica en su adolescencia acabó por unirse a la organización Juventudes Hitlerianas, y más tarde se alistó voluntariamente a la SS. También le contó el suceso que le atormentaba desde entonces y cómo quedó en el estado en el que se encontraba. Karl le pidió que le perdonara por las atrocidades que había cometido, pero al terminar la historia el protagonista se marchó sin darle respuesta alguna.
Al terminar la jornada, vuelve al campo de concentración donde le cuenta a Arthur y Josek lo que le había ocurrido. Ambos coincidían en que hizo bien no perdonándolo.
Al día siguiente vuelve allí, donde vuelve a encontrarse a la enfermera. Esta le dice que el soldado ha fallecido y le había pedido que le entregara todas sus pertenencias a él. Entre ellas había un reloj con la dirección de su madre y Simon le pide que las envíe todas allí.
Al cabo de 2 años, él siguía vivo, pero por desgracia sus dos amigos habían muerto. Lo transladaron de lugar donde conoció a Bolek, un joven polaco que había estudiado teología. También le contó la historia y esto le ayudó.
Transcurrieron 4 años, consiguiendo así salvarse. Aún recordaba a aquel soldado y no era lo único, también recordaba la dirección de donde vivía la madre de este. Se dirigió allí donde se encontró con una anciana viuda. Estuvieron hablando sobre Karl y lo bueno que era. Simon no se atrevió a contarle la verdad para no arruinar la imagen que tenía la mujer de su hijo. Al acabar salió de allí aún pensando si tenía que haberlo perdonado. 

OPINIÓN DE CYNTHIA OZICK.
Cynthia Ozick da su opinión dividiéndola en 4 puntos explicando porque no perdonaría al soldado.
Primero comenta que es contradictorio que un hombre con educación católica se convierta en un miembro de la SS.
En la segunda parte compara el culto a Molech con Hitler. Ambos ídolos poseen la necesidad insaciable hacia sus víctimas.
En la tercera parte habla de que para ella el perdón nos permite hacer cuenta nueva y nos estimula para comenzar de nuevo. También que el asesinato es irreparable e irremediable. En el asesinato no existe una próxima vez, el perdón no solucionará nada y mucho menos la venganza, ya que supone hacer el mal.
Por último, en la cuarta parte se pregunta si el soldado es como todos los demás y advierte por lo menos si lo es, siente remordimiento. Aún así no lo perdonaría. 

OPINIÓN PERSONAL
En mi opinión, yo perdonaría al soldado. Todo el mundo merece una segunda oportunidad, a pesar de que esa persona haya hecho el mal. El hombre se arrepiente de haber cometido ese crimen y lo demuestra en el relato. Hasta el mismo protagonista se da cuenta de que de verdad se siente arrepentido.

1 comentario:

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo contigo, todos nos merecemos una segunda oportunidad, y ese soldado aunque ha realizado muchas cosas malas, él se arrepiente y quiere ser perdonado, por eso debería ser perdonado y porque todos tenemos derecho de ser perdonados.