miércoles, 12 de mayo de 2010

Los Límites del Perdón y Harry Wu

Simon Wiesenthal

En el momento en que el nazi arrepentido hizo su confesión a Simon, éste se levantó en silencio y salió de la habitación. La cuestión es: ¿su actuación fue la correcta? En ningún momento dio su perdón al moribundo asesino, pero ¿acaso lo merecía? Esta pregunta estuvo en su mente mucho tiempo, y no encontraba solución. Estaba claro que el nazi se arrepentía de sus actos, y necesitaba el perdón de un judío para ver cumplida su última voluntad y poder descansar en paz.

Simon nunca estuvo seguro de haber actuado correctamente. Ese hombre se avergonzaba de sus actos, pero el genocidio que estaban cometiendo los nazis no se podía perdonar tan fácilmente, y menos aún si tú mismo eras judío.

Varias ideas atormentaban a Wiesenthal. Por una parte no podía perdonar al joven nazi, pues él no era la víctima directa de sus crímenes y tampoco estaba seguro de que mereciera ese perdón; pero por otra, él era, en ese momento, un representante de todos los judíos maltratados o asesinados y eso le podía conceder la autorización para aceptar o no sus disculpas. Sabía que aunque no fuese indultado y no viera cumplida su última voluntad, el nazi iba a tener una muerte mejor que su propia vida en los campos de concentración.

Harry Wu

Biografía:

Nació en 1937, en Shanghái. Es un escritor chino, activista por los derechos humanos en China. Nació en el seno de una familia de clase acomodada y claramente occidentalizada.

Cuando se lanzó la Campaña de las Cien Flores, Wu criticó la dureza y arbitrariedad de anteriores campañas dirigidas contra elementos contrarrevolucionarios. Con estas críticas fue acusado de “derechista” y se le envió a prisión, donde pasó diecinueve años.

Tras ser puesto en libertad ha luchado por dar a conocer el sistema penitenciario chino y las violaciones de los derechos humanos. Ha sido premiado con muchos reconocimientos por la defensa de estos derechos.

Opinión:

Harry Wu compara de alguna forma sus vivencias en las cárceles chinas con las de Wiesenthal. No puede imaginar que un miembro de la República Popular China le pidiese perdón, como había ocurrido con el nazi y el judío.

Él sabe muy bien lo que es vivir en un campo de trabajos forzados, recibiendo palizas, sin apenas alimentarse y pudiendo morir en cualquier momento; por ello tampoco habría perdonado al soldado, pero antes de marcharse sí que le hubiese gustado dejarle unas palabras que removiesen su conciencia.

Mi opinión

Ningún ser humano tiene el derecho de quitar la vida a otro, igual que ninguna raza tiene autoridad para considerarse superior a las demás y por ello eliminarlas.

Yo no tendría ni la capacidad ni las ganas necesarias para perdonar a un soldado nazi aunque se encontrase en su lecho de muerte; es más, le desearía un óbito lento y doloroso. En oposición a lo que pensaban, los nazis eran menos humanos que cualquier otra persona, fuese judía, polaca, o del lugar más recóndito del planeta, pues lo que hacían era más propio de bestias que de seres razonables y sensatos, y no se debería mostrar con ellos compasión alguna.

1 comentario:

Cristina Soriano dijo...

Yo estoy de acuerdo con la opinión de Laura en cuanto a no darle el perdón al soldado, pero creo que desearle la peor muerte a una persona no es lo correcto. Además, este soldado no se merecía el perdón pero se había arrepentido de sus actos, y creo que eso hay que tenerlo encuenta.