miércoles, 28 de febrero de 2018

El Girasol - Simon Wiesenthal (Lucía León)

El Girasol

Simon Wiesenthal 

RESUMEN:            

 En este libro, el autor Simon Wiesenthal relata la historia de su vida, de cómo fue recluido durante cuatro años en varios campos de concentración.

Nos hace testigos del irracional odio nazi hacia los judíos, de las brutalidades que podían llegar a cometer mientras el resto del mundo y hasta su dios parecía haberse olvidado de ellos. El autor narra con rabia y cierta impotencia escenas que tuvo que presenciar cada uno de los días de su condena; a la vez que dibuja en nuestras mentes una atmósfera oscura, penosa y brutal, donde la muerte parece estar más viva que la propia vida.

 El libro se centra principalmente en un suceso que ocurrió a Simon en uno de sus días de trabajo en el campo de concentración: cuando debía realizar trabajos de limpieza en un hospital de guerra, una enfermera lo llevó sin darle explicaciones al lecho de un soldado de las SS moribundo. El soldado, aunque joven, tenía el rostro cubierto por vendas que no permitían a Simon adivinar sus rasgos. Más tarde descubrió que tenía 22 años, algo que no lo sorprendió ni despertó la compasión en él. Había visto muchos niños judíos ser asesinados sin motivos por hombres con el mismo uniforme que solía llevar aquel a quien tenía delante.

 El soldado habla (en algo que es más bien un monólogo) con Simon, relatando todas las atrocidades que había llegado a cometer cuando servía a las SS. El tono y la actitud que mantiene dan a Simon la sensación de que el nazi siente más compasión por él mismo que arrepentimiento por las personas inocentes a las que había matado. Al terminar el discurso, el nazi, llamado Karl, pide perdón a Simon, suplicándole que lo perdone. El protagonista guarda silencio y sale de la habitación, dejando a Karl en una situación difícil. No le había negado rotundamente el perdón, pero tampoco se lo había concedido.

Simon descubre al día siguiente que el nazi había muerto ese mismo día, y que le había dado todas sus pertenencias. No las acepta, y son enviadas a la madre del soldado, a la que el protagonista visita cuando recupera su libertad.

El resto de su vida, estando en otros campos de concentración y finalmente siendo libre, la pasa reflexionando sobre su decisión. Se encuentra en el dilema moral de negar el perdón a un asesino o perdonar a un hombre arrepentido.

OPINIÓN:           

Hace algunos años mi opinión habría sido clara e inamovible. No lo perdonaría. Es más, haría sufrir a ese nazi todo lo que él había hecho sufrir a miles de personas sólo por ser diferentes. Se lo recordaría cada día de su vida para alargar esa angustia, y para que fuera consciente de lo que había hecho.
Ahora, sin embargo, no puedo posicionarme totalmente a favor de ninguna opción. Mi primera opinión, de hecho, fue no perdonarlo; aun así, reflexionando cada argumento, es casi imposible determinar qué es lo correcto. Es cierto que, sin estar en el lugar de Simon, sin haber vivido todas esas experiencias traumáticas y sin haber presenciado todas las atrocidades que él vio, me parece egoísta e injusto siquiera tratar de dar mi propia opinión. El único que podía decidirlo era él, pensando e intentando mostrar calmadamente los sentimientos que le provocaban las palabras de Karl en aquel preciso momento.
En resumen, mi balanza se inclina casi totalmente a favor de negarle el perdón, pero en este caso particular hay algo que me retiene: el hecho de que parece que el nazi ha sido engañado, adoctrinado y que no tenía idea de dónde se había alistado. Las personas que actúan por propia voluntad y cometen algún delito me repugnan. Las adoctrinadas, aparte de asco, me dan lástima. ¿De verdad no son capaces de pensar críticamente lo que hacen? ¿Son mentes tan débiles que siguen órdenes impuestas sin más? Si es así, y si finalmente se dio cuenta de lo ignorante que había sido, habría una pequeña razón por la que no perdonarlo nos haría sufrir remordimientos. Aunque, por muy arrepentido que estuviera, él sabía que tendría un girasol sobre su tumba al morir y que sería recordado como un héroe. No le importaban los millones de judíos en fosas comunes ni que su matanza continuara: él sólo quería un egoísta perdón para poder morir en paz. Es, sinceramente, difícil perdonar a un monstruo así. Incluso si se trata de un monstruo adoctrinado.


OPINIÓN DE HERBERT MARCUSE:          




Herbert Marcuse, filósofo y sociólogo judío alemán, mantiene una opinión dura en contra del perdón al nazi. Responde a Simon que habría hecho exactamente lo mismo que él. En su opinión, un verdugo no puede suplicar el perdón de su víctima, ni se puede ir alegremente matando y torturando, creyendo que se arreglará todo en el momento final con un simple "perdón". Su mensaje más importante es que cree que perdonando crímenes así sólo perpetuaremos el mal. No hay justicia si los crímenes se olvidan perdonando.

CRÍTICA A LA OPINIÓN DE HERBERT MARCUSE:         

En mi opinión, Herbert Marcuse tiene gran parte de la razón. Los crímenes cometidos por los nazis exceden los límites de la razón, por lo que con ellos habría que exceder los límites del perdón. Por mucho que el soldado se arrepienta, por mucho que suplique en el lecho de muerte, no se puede ir con una falsa fachada de buena persona ni de hipócrita misericordia religiosa. Nadie que llegara a entender o conocer lo que pasaron esos millones de inocentes se plantearía siquiera perdonar a los monstruos que los hicieron pasar por aquello. Y si lo hiciera, eso también los convertiría en monstruos a ellos. Sólo los judíos y demás personas que fueron torturadas por los nazis tienen derecho a perdonarlos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con la opinión de Herbert Marcuse, sus palabras pueden sonar muy tajantes pero sin duda alguna la atrocidad que pretende el soldado nazi que le perdonen merece tal castigo como es el rechazo del perdón, en el mejor de los casos.
Como bien dice el autor, perdonando semejantes bestialidades solo prolongaremos el mal puesto que de este modo, podríamos hacer cualquier daño con la esperanza de que más tarde seremos perdonados. Si haces mal, debes tomar cargo de tus actos, así es como se hace justicia.
Mi compañera Lucía también comparte mi opinión ya que un daño incalculable e irreparable como es el acabar con millones de vidas no puede ser absolvido sin más.

Anónimo dijo...

Al igual que Lucía y Hebert, no creo que pedir de forma desesperada un perdón para dar consuelo a tu alma en el lecho de muerte tras las atrocidades que hizo Kart siendo miembro de las juventudes hitlerianas y las SS parece una falsa fachada para dar consuelo a su conciencia. Además de que creo que pese a que Simon es judío y preso de un campo, el tampoco podría perdonar a un asesino que no fue el suyo.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Lucía y Hebert, ya que no se puede pedir perdón a un judío y que este le conceda el perdón en nombre de todos los judíos y querer ir en paz después de todos los crímenes cometidos.

Juan dijo...

Leemos en el Evangelio que cuando Jesús perdonaba los pecados, los judíos, escandalizados, preguntaban: ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios. Esta pregunta es aplicable al caso planteado. El perdón de Wiesenthal sólo sería un perdón subjetivo de alguien del que personalmente no había sufrido ningún maltrato por parte del moribundo. El perdón liberador tendría que darlo aquel que ha fijado las normas morales objetivas, entre ellas el "No matarás". Aquel SS probablemente era un católico que conocía la necesidad de pedir perdón en trance de muerte y eso es lo que hizo. Si Dios se lo concedió o no solo El lo sabe. Juan.