martes, 28 de febrero de 2023

Los límites del perdón - Teresa Castelo Muñoz

 

 Resumen: 

                   El marco de esta historia se halla en el campo de concentración de Lemberg durante la       Segunda Guerra Mundial. Nuestro protagonista, Simon es un judío que se encuentra allí y que junto a sus demás compañeros (en especial se nombran a Arthur y a Josek), relata las calamidades que pasan y los trabajos y condiciones a los que son forzados. Estos consideran que Dios está de permiso y ha dejado a la humanidad sola. 

De camino al trabajo, pasan por un cementerio en el que Simon se percata de que todos los soldados nazis tienen encima de sus tumbas un girasol, lo que para Simon, que durante el relato le da mucha importancia a esto, le resulta una especie de canal que mantiene a sus asesinos conectados con el exterior mientras que todos los de su comunidad terminarán en un fosa común. Lo denomina como una injusticia.

Continuando con la historia, un día mandan a un grupo de judíos donde esta Simón a trabajar en el antiguo Instituto Tecnológico, donde él estudió, y que ahora se utiliza como hospital militar. Allí una enfermera llama a Simon y lo conduce a una sala donde se encuentra un soldado nazi en grave estado.: Karl Seild, un alemán cristiano que le pide a Simon que escuche su historia.

Karl es de Stuttgart, es de familia católica, y cuenta que él no nació siendo un asesino, él tenía una educación cristiana con un padre que se oponía a la ideología nazi pero por influencias de la juventud  se desvió alistándose en las Fuerzas Hitlerianas y más  tarde siendo un soldado de la SS. Su gran crimen que él relata consiste en un ataque a unos judíos que metieron en una casa y la incendiaron y que asesinó a una familia que intentaba salir por la ventana. Tiempo después en un ataque en Crimea, recuerda a la familia judía a la que disparó  y es en ese momento dónde le explota un obús que casi le cuesta la vida pero lo deja sin capacidad de moverse, tumbado en la cama de un hospital. Muestra un arrepentimiento ante la acción cometida contra la familia de la casa que prendieron fuego y solo busca el perdón de Simon, a lo que este no responde, se levanta una vez termina Karl y se va. 

Cuando regresa al campo de concentración, cuenta lo sucedido a sus amigos y compañeros quienes la mayoría le aseguran que hizo lo correcto al no perdonarle ya que esa decisión no le correspondía a él, pero sin embargo Bolek, un sacerdote cristiano que conoce unos años más tarde, sugirió lo contrario aunque sin llegar a una conclusión bien definida.

Termina la guerra y llega la libertad, Simon aún se plantea si hizo lo correcto dejando aquel silencio ante la súplica del nazi y años más tarde viaja a la casa de Karl y visita a su madre. Allí la escucha lamentarse sobre la pérdida de su hijo y también de su marido y asegura que su hijo era un buen muchacho a pesar de haberse metido en la ideología nazi. En ese momento Simon duda si contarle a esa madre entristecida la verdad sobre su hijo, pero una vez más, aguarda silencio y deja que esa madre conserve la imagen de su hijo como una persona bondadosa. 

El tiempo continúa con su curso y aún así, nuestro protagonista sigue obsesionado preguntándose en si fue su decisión la indicada y nos hace preguntarnos lo siguiente a nosotros mismos: ¿Qué habría hecho yo en su lugar?

Eva Fleischner

                  La autora comienza su reflexión aclarando que el protagonista, a pesar de no darle una respuesta al nazi, si le responde en numerosas ocasiones con su actitud hacía él mientras escucha el relato, por lo que niega que sea una ausencia de respuesta. Además, luego señala el silencio que le otorga a la madre de Karl para no destrozar la imagen de su buen hijo lo que demuestra Wiesenthal humanidad por su parte. Pero para ella la cuestión no es si Simon debía perdonar al soldado, sino si podía hacerlo, es decir, ¿tenía autoridad para ello? 

Ella explica que expone este libro ante sus alumnos y genera muchas discusiones donde la mayoría de veces los católicos defienden el perdón y por otra parte los judíos no y expone que sucede por dos factores.

1.  Porque los cristianos tienen una idea errónea sobre el perdón y piensan que se debe perdonar todo sin importar si el daño ocasionado es a un tercero.

2. No se entiende bien el concepto de expiación o restitución.

Su reflexión final es que el protagonista podría haberle ofrecido a Karl que se encomendara a Dios ya que él no tenía poder para perdonarle aquello y la autora plantea la siguiente pregunta: ¿ Podía Karl haber hecho algo para mejorar el destino de unos cuantos judíos, en vez de pedir que le trajeran a un pobre e indefenso judío a su lecho de muerte? ¿ Podría ese acto haber supuesto una especie de reparación?

Crítica sobre la opinión de Eva Fleischner:

                         Al igual que esta autora, mientras leía la historia, consideraba que la actitud de Simon a Karl mientras este le contaba su historia, ya era una muestra de compasión por parte de él y se mostraba en momentos como cuando el soldado le sujetaba la mano y este no la retiraba, como cuando le apartó la mosca de él, etc. Wiesenthal enseña que de verdad creía que el arrepentimiento era sincero e hizo bien al no tomar la decisión de perdonarle pues ¿quién es él para perdonar unos pecados que no fueron cometidos hacía él?

Respecto a que según ella los cristianos malinterpretan las escrituras y la idea sobre el perdón, solo puedo decir que ella habla respecto a la opinión de la mayoría de sus alumnos cristianos pero no creo que se deba generalizar pues no todos los cristianos creen en ese perdón de todo sin importar si la real víctima quiere hacerlo.

Y en respuesta a la última pregunta que se plantea, Karl mostró una vez más el estereotipo de la superioridad de la raza aria por encima de la de los judíos, ya que la petición de traer un judío para rogarle su perdón pudo haberle costado un castigo hacia Wiesenthal (esto también lo comenta Alan L. Berger en su comentario). Aún así, también creo que en el estado en el que el soldado se encontraba, no podía hacer nada para mejorar el destino de algunos judíos, pues no creo que fuera el primero que lo intentara y si a algún alemán ya le costaría lo suyo por salvar a unos cuantos judíos, ¿qué iba a poder hacer él en su lecho de muerte? 

Opinión personal:

                              Tras haber dado vueltas y vueltas a la pregunta que se me hace al final del relato, y haber contemplado ambos finales, perdonarlo o no, considero que Simon hizo lo correcto al guardar silencio y no otorgarle el perdón al nazi. Mis motivos son simples y bastante comunes entre todas las reflexiones de los autores:

Creo firmemente que Simon no era quién para perdonar aquel crimen, solo tenía en común con aquellas personas que eran judíos al igual que él, pero el no era ni mucho menos un representante de la comunidad ni siquiera compartía parentesco con la familia asesinada. La mejor elección fue guardar silencio, pues una respuesta negativa hacia el soldado, lo hubiera atormentado aún más y le hubiera causado un sufrimiento innecesario.

En segundo lugar pongo en duda el arrepentimiento de Karl, pues al ver acercarse su final temiera no encontrar el perdón de su Dios por lo que creo que no era un arrepentimiento sincero sino temor ante lo que sucede después de la muerte al no haber encontrado el perdón de sus víctimas. Por eso mismo, él tendría que haber llamado a un sacerdote de su religión que le realizará la unción de enfermos (una última confesión) pero no poner a un judío maltratado física y psicológicamente por la situación que se daba en una situación comprometida. Otra vez más se demuestra egoísmo por parte del soldado.


                       



                 



4 comentarios:

Miguel Ángel Sotillo dijo...

Estoy totalmente mente de acuerdo en cuanto a tu opinión ya que Simón no es quién para perdonar al soldado porque él lo único que tiene en común es que es judío junto con las víctimas. También estoy de acuerdo en que le debida de haber pedido el perdón al sacerdote de su religión ya que lo único que hace pidiendo el perdón a Simón es tener miedo de no encontrar el perdón de su Dios y no poder morir tranquilo.

Ángela Gutiérrez dijo...

Estoy de acuerdo contigo en lo de que debería de haber llamado a un sacerdote pero en ese caso una persona solo necesita el perdón de alguien a la que le ha afectado ese problema. Pienso que Simón hizo bien en quedarse callado pero tenia todo el derecho de darle su perdón, porque tendrían que verse los demás judios en la situación de Simón, muchos lo negaría, y otros no sabrían que hacer.

Manuela Gómez Ballesta dijo...

Estoy de acuerdo contigo ya que no tenía porque perdonar algo que va en contra de lo suyo y que tanto daño a echo a su raza. Ya que también no conocía al soldado absolutamente de nada como para alomejor compadecerse un poco más de el.

Nicolás Martín dijo...

Estoy de acuerdo contigo en cuanto el no es nadie para perdonar a ese nazi debido a que el daño o ha sido causado hacia él pero si en el hipotetico caso si fuera hacia no perdonaría a esa persona por muy arrepentido que estuviera